jueves, 7 de marzo de 2013

Daniel y sus compañeros en Babilonia

 

En el año tercero del reinado de Joacim rey de Judá, vino Nabucodonosor rey de Babilonia a Jerusalén, y la sitió.

Y el Señor entregó en sus manos a Joacim rey de Judá, y parte de los utensilios de la casa de Dios; y los trajo a tierra de Sinar, a la casa de su dios, y colocó los utensilios en la casa del tesoro de su dios.

Y dijo el rey a Aspenaz, jefe de sus eunucos, que trajese de los hijos de Israel, del linaje real de los príncipes, muchachos en quienes no hubiese tacha alguna, de buen parecer, enseñados en toda sabiduría, sabios en ciencia y de buen entendimiento, e idóneos para estar en el palacio del rey; y que les enseñase las letras y la lengua de los caldeos.

Y les señaló el rey ración para cada día, de la provisión de la comida del rey, y del vino que él bebía; y que los criase tres años, para que al fin de ellos se presentasen delante del rey.

Entre éstos estaban Daniel, Ananías, Misael y Azarías, de los hijos de Judá.

A éstos el jefe de los eunucos puso nombres: puso a Daniel, Beltsasar; a Ananías, Sadrac; a Misael, Mesac; y a Azarías, Abed-nego.

Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse.

Y puso Dios a Daniel en gracia y en buena voluntad con el jefe de los eunucos;  y dijo el jefe de los eunucos a Daniel: Temo a mi señor el rey, que señaló vuestra comida y vuestra bebida; pues luego que él vea vuestros rostros más pálidos que los de los muchachos que son semejantes a vosotros, condenaréis para con el rey mi cabeza.

Entonces dijo Daniel a Melsar, que estaba puesto por el jefe de los eunucos sobre Daniel, Ananías, Misael y Azarías:

Te ruego que hagas la prueba con tus siervos por diez días, y nos den legumbres a comer, y agua a beber.

Compara luego nuestros rostros con los rostros de los muchachos que comen de la ración de la comida del rey, y haz después con tus siervos según veas.

Consintió, pues, con ellos en esto, y probó con ellos diez días.

Y al cabo de los diez días pareció el rostro de ellos mejor y más robusto que el de los otros muchachos que comían de la porción de la comida del rey.

Así, pues, Melsar se llevaba la porción de la comida de ellos y el vino que habían de beber, y les daba legumbres.

A estos cuatro muchachos Dios les dio conocimiento e inteligencia en todas las letras y ciencias; y Daniel tuvo entendimiento en toda visión y sueños.

Pasados, pues, los días al fin de los cuales había dicho el rey que los trajesen, el jefe de los eunucos los trajo delante de Nabucodonosor.

Y el rey habló con ellos, y no fueron hallados entre todos ellos otros como Daniel, Ananías, Misael y Azarías; así, pues, estuvieron delante del rey.

En todo asunto de sabiduría e inteligencia que el rey les consultó, los halló diez veces mejores que todos los magos y astrólogos que había en todo su reino.

Y continuó Daniel hasta el año primero del rey Ciro.

Daniel 1:1-21

Rescatados del horno de fuego

 

 

El rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro cuya altura era de sesenta codos, y su anchura de seis codos; la levantó en el campo de Dura, en la provincia de Babilonia.

Y envió el rey Nabucodonosor a que se reuniesen los sátrapas, los magistrados y capitanes, oidores, tesoreros, consejeros, jueces, y todos los gobernadores de las provincias, para que viniesen a la dedicación de la estatua que el rey Nabucodonosor había levantado.

Fueron, pues, reunidos los sátrapas, magistrados, capitanes, oidores, tesoreros, consejeros, jueces, y todos los gobernadores de las provincias, a la dedicación de la estatua que el rey Nabucodonosor había levantado; y estaban en pie delante de la estatua que había levantado el rey Nabucodonosor.

Y el pregonero anunciaba en alta voz: Mándase a vosotros, oh pueblos, naciones y lenguas,
que al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, os postréis y adoréis la estatua de oro que el rey Nabucodonosor ha levantado; y cualquiera que no se postre y adore, inmediatamente será echado dentro de un horno de fuego ardiendo.

Por lo cual, al oír todos los pueblos el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, todos los pueblos, naciones y lenguas se postraron y adoraron la estatua de oro que el rey Nabucodonosor había levantado.

Por esto en aquel tiempo algunos varones caldeos vinieron y acusaron maliciosamente a los judíos.

Hablaron y dijeron al rey Nabucodonosor: Rey, para siempre vive.

Tú, oh rey, has dado una ley que todo hombre, al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, se postre y adore la estatua de oro;  y el que no se postre y adore, sea echado dentro de un horno de fuego ardiendo.

Hay unos varones judíos, los cuales pusiste sobre los negocios de la provincia de Babilonia: Sadrac, Mesac y Abed-nego; estos varones, oh rey, no te han respetado; no adoran tus dioses, ni adoran la estatua de oro que has levantado.

Entonces Nabucodonosor dijo con ira y con enojo que trajesen a Sadrac, Mesac y Abed-nego. Al instante fueron traídos estos varones delante del rey.

Habló Nabucodonosor y les dijo: ¿Es verdad, Sadrac, Mesac y Abed-nego, que vosotros no honráis a mi dios, ni adoráis la estatua de oro que he levantado?

Ahora, pues, ¿estáis dispuestos para que al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, os postréis y adoréis la estatua que he hecho? Porque si no la adorareis, en la misma hora seréis echados en medio de un horno de fuego ardiendo; ¿y qué dios será aquel que os libre de mis manos?

Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te respondamos sobre este asunto.

 He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará.

Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado.

Entonces Nabucodonosor se llenó de ira, y se demudó el aspecto de su rostro contra Sadrac, Mesac y Abed-nego, y ordenó que el horno se calentase siete veces más de lo acostumbrado.

Y mandó a hombres muy vigorosos que tenía en su ejército, que atasen a Sadrac, Mesac y Abed-nego, para echarlos en el horno de fuego ardiendo.

Entonces estos varones fueron atados con sus mantos, sus calzas, sus turbantes y sus vestidos, y fueron echados dentro del horno de fuego ardiendo.

Y como la orden del rey era apremiante, y lo habían calentado mucho, la llama del fuego mató a aquellos que habían alzado a Sadrac, Mesac y Abed-nego.

Y estos tres varones, Sadrac, Mesac y Abed-nego, cayeron atados dentro del horno de fuego ardiendo.

Entonces el rey Nabucodonosor se espantó, y se levantó apresuradamente y dijo a los de su consejo: ¿No echaron a tres varones atados dentro del fuego? Ellos respondieron al rey: Es verdad, oh rey.

Y él dijo: He aquí yo veo cuatro varones sueltos, que se pasean en medio del fuego sin sufrir ningún daño; y el aspecto del cuarto es semejante a hijo de los dioses.

Entonces Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno de fuego ardiendo, y dijo: Sadrac, Mesac y Abed-nego, siervos del Dios Altísimo, salid y venid. Entonces Sadrac, Mesac y Abed-nego salieron de en medio del fuego.

Y se juntaron los sátrapas, los gobernadores, los capitanes y los consejeros del rey, para mirar a estos varones, cómo el fuego no había tenido poder alguno sobre sus cuerpos, ni aun el cabello de sus cabezas se había quemado; sus ropas estaban intactas, y ni siquiera olor de fuego tenían.

Entonces Nabucodonosor dijo: Bendito sea el Dios de ellos, de Sadrac, Mesac y Abed-nego, que envió su ángel y libró a sus siervos que confiaron en él, y que no cumplieron el edicto del rey, y entregaron sus cuerpos antes que servir y adorar a otro dios que su Dios.

Por lo tanto, decreto que todo pueblo, nación o lengua que dijere blasfemia contra el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego, sea descuartizado, y su casa convertida en muladar; por cuanto no hay dios que pueda librar como éste.

Entonces el rey engrandeció a Sadrac, Mesac y Abed-nego en la provincia de Babilonia.

lunes, 14 de mayo de 2012

Los proverbios de Salomón, hijo de David, rey de Israel (Proverbio 1)


Los proverbios de Salomón, hijo de David, rey de Israel.


Para entender sabiduría y doctrina,

Para conocer razones prudentes,

Para recibir el consejo de prudencia, Justicia, juicio y equidad;

Para dar sagacidad a los simples, Y a los jóvenes inteligencia y cordura.


Oirá el sabio, y aumentará el saber, Y el entendido adquirirá consejo,

Para entender proverbio y declaración, Palabras de sabios, y sus dichos profundos.


El principio de la sabiduría es el temor de Jehová;

Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza.


Oye,hijo mío, la instrucción de tu padre,  Y no desprecies la dirección de tu madre;

Porque adorno de gracia serán a tu cabeza, Y collares a tu cuello.


Hijo mío, si los pecadores te quisieren engañar, No consientas.


Si dijeren: Ven con nosotros; Pongamos asechanzas para derramar sangre,

Acechemos sin motivo al inocente; Los tragaremos vivos como el Seol,

Y enteros, como los que caen en un abismo;

Hallaremos riquezas de toda clase, Llenaremos nuestras casas de despojos;

Echa tu suerte entre nosotros;

Tengamos todos una bolsa,

Hijo mío, no andes en camino con ellos.


Aparta tu pie de sus veredas, Porque sus pies corren hacia el mal,

Y van presurosos a derramar sangre.


Porque en vano se tenderá la red Ante los ojos de toda ave;

Pero ellos a su propia sangre ponen asechanzas, Y a sus almas tienden lazo.


Tales son las sendas de todo el que es dado a la codicia, La cual quita la vida de sus poseedores.


La sabiduría clama en las calles, Alza su voz en las plazas; Clama en los principales lugares de reunión;

En las entradas de las puertas de la ciudad dice sus razones.


¿Hasta cuándo, oh simples, amaréis la simpleza, Y los burladores desearán el burlar,

Y los insensatos aborrecerán la ciencia?

Volveos a mi reprensión;

He aquí yo derramaré mi espíritu sobre vosotros, Y os haré saber mis palabras.


Por cuanto llamé, y no quisisteis oír, Extendí mi mano, y no hubo quien atendiese,

Sino que desechasteis todo consejo mío Y mi reprensión no quisisteis,

También yo me reiré en vuestra calamidad, Y me burlaré cuando os viniere lo que teméis;

Cuando viniere como una destrucción lo que teméis, Y vuestra calamidad llegare como un torbellino;

Cuando sobre vosotros viniere tribulación y angustia.


Entonces me llamarán, y no responderé; Me buscarán de mañana, y no me hallarán.

Por cuanto aborrecieron la sabiduría, Y no escogieron el temor de Jehová,

Ni quisieron mi consejo, Y menospreciaron toda reprensión mía,

Comerán del fruto de su camino, Y serán hastiados de sus propios consejos.


Porque el desvío de los ignorantes los matará, Y la prosperidad de los necios los echará a perder;

Mas el que me oyere, habitará confiadamente Y vivirá tranquilo, sin temor del mal.

martes, 1 de mayo de 2012

El camino de los malos (Salmo 37)



No te impacientes a causa de los malignos, Ni tengas envidia de los que hacen iniquidad.
  
Porque como hierba serán pronto cortados, Y como la hierba verde se secarán.
  
Confía en Jehová, y haz el bien; Y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad.
  
Deléitate asimismo en Jehová, Y él te concederá las peticiones de tu corazón.
  
Encomienda a Jehová tu camino, Y confía en él; y él hará.
  
Exhibirá tu justicia como la luz, Y tu derecho como el mediodía.
  
Guarda silencio ante Jehová, y espera en él.

No te alteres con motivo del que prospera en su camino, Por el hombre que hace maldades.
  
Deja la ira, y desecha el enojo; No te excites en manera alguna a hacer lo malo.
  
Porque los malignos serán destruidos, Pero los que esperan en Jehová, ellos heredarán la tierra.
  
Pues de aquí a poco no existirá el malo; Observarás su lugar, y no estará allí.
  
Pero los mansos heredarán la tierra, Y se recrearán con abundancia de paz.
  
Maquina el impío contra el justo, Y cruje contra él sus dientes; El Señor se reirá de él;     Porque ve que viene su día.
  
Los impíos desenvainan espada y entesan su arco, Para derribar al pobre y al menesteroso, Para matar a los de recto proceder.
  
Su espada entrará en su mismo corazón, Y su arco será quebrado.
  
Mejor es lo poco del justo, Que las riquezas de muchos pecadores.
  
Porque los brazos de los impíos serán quebrados; Mas el que sostiene a los justos es Jehová.
  
Conoce Jehová los días de los perfectos, Y la heredad de ellos será para siempre.
  
No serán avergonzados en el mal tiempo, Y en los días de hambre serán saciados.
  
Mas los impíos perecerán, Y los enemigos de Jehová como la grasa de los carneros Serán consumidos; se disiparán como el humo.
  
El impío toma prestado, y no paga; Mas el justo tiene misericordia, y da.
  
Porque los benditos de él heredarán la tierra; Y los malditos de él serán destruidos.
  
Por Jehová son ordenados los pasos del hombre, Y él aprueba su camino.
  
Cuando el hombre cayere, no quedará postrado, Porque Jehová sostiene su mano.
  
Joven fui, y he envejecido, Y no he visto justo desamparado, Ni su descendencia que mendigue pan.
  
En todo tiempo tiene misericordia, y presta; Y su descendencia es para bendición.
  
Apártate del mal, y haz el bien, Y vivirás para siempre.
  
Porque Jehová ama la rectitud, Y no desampara a sus santos.

Para siempre serán guardados; Mas la descendencia de los impíos será destruida.
  
Los justos heredarán la tierra, Y vivirán para siempre sobre ella.
  
La boca del justo habla sabiduría, Y su lengua habla justicia.
  
La ley de su Dios está en su corazón; Por tanto, sus pies no resbalarán.
  
Acecha el impío al justo, Y procura matarlo.
  
Jehová no lo dejará en sus manos, Ni lo condenará cuando le juzgaren.
  
Espera en Jehová, y guarda su camino, Y él te exaltará para heredar la tierra;
Cuando sean destruidos los pecadores, lo verás.
  
Vi yo al impío sumamente enaltecido, Y que se extendía como laurel verde.
  
Pero él pasó, y he aquí ya no estaba; Lo busqué, y no fue hallado.
  
Considera al íntegro, y mira al justo; Porque hay un final dichoso para el hombre de paz.
  
Mas los transgresores serán todos a una destruidos; La posteridad de los impíos será extinguida.
  
Pero la salvación de los justos es de Jehová, Y él es su fortaleza en el tiempo de la angustia.
  
Jehová los ayudará y los librará; Los libertará de los impíos, y los salvará, Por cuanto en él esperaron.

Salmos 37

Reina-Valera 1960 (RVR1960)

Tentación de Jesús



Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo.

Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre.

Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan.

El respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: 

A sus ángeles mandará acerca de ti, y en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra.

Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios.

Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares.

Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás.

El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían.

Mateo 4:1-11


Destrucción de Sodoma y Gomorra


Caía la tarde cuando los dos ángeles llegaron a Sodoma. Lot estaba sentado a la entrada de la ciudad. Al verlos, se levantó para recibirlos y se postró rostro en tierra.
Les dijo: Por favor, señores, les ruego que pasen la noche en la casa de este servidor suyo. Allí podrán lavarse los pies, y mañana al amanecer seguirán su camino.
No, gracias —respondieron ellos—. Pasaremos la noche en la plaza.

Pero tanto les insistió Lot que fueron con él y entraron en su casa. 

Allí Lot les preparó una buena comida y coció panes sin levadura, y ellos comieron.

Aún no se habían acostado cuando los hombres de la ciudad de Sodoma rodearon la casa. Todo el pueblo sin excepción, tanto jóvenes como ancianos, estaba allí presente.

Llamaron a Lot y le dijeron: ¿Dónde están los hombres que vinieron a pasar la noche en tu casa? ¡Échalos afuera! ¡Queremos acostarnos con ellos! 

Lot salió a la puerta y, cerrándola detrás de sí, les dijo: Por favor, amigos míos, no cometan tal perversidad.

Tengo dos hijas que todavía son vírgenes; voy a traérselas para que hagan con ellas lo que les plazca, pero a estos hombres no les hagan nada, pues han venido a hospedarse bajo mi techo. 

¡Quítate de ahí! —le contestaron, y añadieron—: Éste ni siquiera es de aquí, y ahora nos quiere mandar. ¡Pues ahora te vamos a tratar peor que a ellos!

Entonces se lanzaron contra Lot y se acercaron a la puerta con intenciones de derribarla.

Pero los dos hombres extendieron los brazos, metieron a Lot en la casa y cerraron la puerta.

Luego, a los jóvenes y ancianos que se agolparon contra la puerta de la casa los dejaron ciegos, de modo que ya no podían encontrar la puerta.

Luego le advirtieron a Lot: ¿Tienes otros familiares aquí? Saca de esta ciudad a tus yernos, hijos, hijas, y a todos los que te pertenezcan, porque vamos a destruirla. 

El clamor contra esta gente ha llegado hasta el Señor, y ya resulta insoportable. Por eso nos ha enviado a destruirla. 

Lot salió para hablar con sus futuros yernos, es decir, con los prometidos de sus hijas.

¡Apúrense! —les dijo—. ¡Abandonen la ciudad, porque el Señor está por destruirla!  Pero ellos creían que Lot estaba bromeando, así que al amanecer los ángeles insistieron con Lot. 

Exclamaron: ¡Apúrate! Llévate a tu esposa y a tus dos hijas que están aquí, para que no perezcan cuando la ciudad sea castigada.

Como Lot titubeaba, los hombres lo tomaron de la mano, lo mismo que a su esposa y a sus dos hijas, y los sacaron de la ciudad, porque el Señor les tuvo compasión.

Cuando ya los habían sacado de la ciudad, uno de los ángeles le dijo: ¡Escápate! No mires hacia atrás, ni te detengas en ninguna parte del valle. Huye hacia las montañas, no sea que perezcas. 

¡No, señor mío, por favor! —respondió Lot. Tú has visto con buenos ojos a este siervo tuyo, y tu lealtad ha sido grande al salvarme la vida. Pero yo no puedo escaparme a las montañas, no sea que la destrucción me alcance y pierda yo la vida. 

Cerca de aquí hay una ciudad pequeña, en la que podría refugiarme. ¿Por qué no dejan que me escape hacia allá? Es una ciudad muy pequeña, y en ella me pondré a salvo.

Está bien —le respondió—; también esta petición te la concederé. No destruiré la ciudad de que hablas.

Pero date prisa y huye de una vez, porque no puedo hacer nada hasta que llegues allí. Por eso aquella ciudad recibió el nombre de Zoar. 

Lot llegó a Zoar cuando estaba amaneciendo. Entonces el Señor hizo que cayera del cielo una lluvia de fuego y azufre sobre Sodoma y Gomorra.

Así destruyó a esas ciudades y a todos sus habitantes, junto con toda la llanura y la vegetación del suelo. Pero la esposa de Lot miró hacia atrás, y se quedó convertida en estatua de sal.

Al día siguiente Abraham madrugó y regresó al lugar donde se había encontrado con elSeñor. Volvió la mirada hacia Sodoma y Gomorra, y hacia toda la llanura, y vio que de la tierra subía humo, como de un horno. 

Así arrasó Dios a las ciudades de la llanura, pero se acordó de Abraham y sacó a Lot de en medio de la catástrofe que destruyó a las ciudades en que había habitado.

Génesis 19:1-29

Nueva Versión Internacional (NVI)

lunes, 23 de abril de 2012

Lázaro y el Rico



Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez.

Había también un mendigo llamado Lázaro, el cual estaba echado á la puerta de él, lleno de llagas, Y deseando hartarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas.

Y aconteció que murió el mendigo, y fué llevado por los ángeles al seno de Abraham: y murió también el rico, y fué sepultado.

Y en el infierno alzó sus ojos, estando en los tormentos, y vió á Abraham de lejos, y á Lázaro en su seno.

Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía á Lázaro que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque soy atormentado en esta llama.

Y díjole Abraham: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; mas ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado.

Y además de todo esto, una grande sima está constituída entre nosotros y vosotros, que los que quisieren pasar de aquí á vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá.

Y dijo: Ruégote pues, padre, que le envíes á la casa de mi padre; Porque tengo cinco hermanos; para que les testifique, porque no vengan ellos también á este lugar de tormento.

Y Abraham le dice: A Moisés y á los profetas tienen: óiganlos.

El entonces dijo: No, padre Abraham: mas si alguno fuere á ellos de los muertos, se arrepentirán.

Mas Abraham le dijo: Si no oyen á Moisés y á los profetas, tampoco se persuadirán, si alguno se levantare de los muertos.

Lucas 16:19-31